24/6/07

REFLEXIONES ANTE LA REVOLUCION MAIRENISTA (y 6)

Manuel Martín Martín

También la frescura insospechada del Maestro de los Alcores pone en circulación el cante por Romances, cuando en 1962 cantó en Córdoba el Romance de Bernardo del Carpio. A partir de ahí llegaría a grabar seis Romances o Corridos gitanos y recuérdese cómo cantó en público el Romance del Conde Arnaldos en las jornadas desarrolladas dentro del Curso de Música Tradicional y Romancística Española de Segovia. Esta modalidad de cantes es pues, otro producto surgido del genio creador de Antonio Mairena, y anteríor a las grabaciones «a palo seco» de El Negro del Puerto o Agujetas el Viejo. Posteriormente, y basamentado en la misma estructura musical, ya que ambos se cantaban como preludio de la Alboreá, nos ofertó el cante por Gilianas (1969 y 1973), donde la diferencia estriba en que las letras hacen alusión al rito de la boda gitana.

Sin pretender agotar este somero análisis que todos ustedes conocen, o que debieran intentar conocer, y que hoy me permito la licencia de evocar en algunos de sus hechos más notables, el mairenismo, además, nos define por primera vez las Cantiñas propiamente dichas y desgrana con escrupulosa fidelidad los estilos de «Popá Pinini» y Rosario la del Colorao; muestra una genialidad consumada en las Romeras de «El calor de mis recuerdos» (la razón última de su vida), rescata la Malagueña atribuida a Manuel Torre (bajo mi punto de vista es una Granaína) y redimensiona la Malagueña del Mellizo (vía Enrique el Morsilla), los Tangos malagueños, los de Frijones, los Tanguillos de Cádiz, los Tangos de Pareja y los llamados Tangos canasteros de Rafael el Tuerto. Antonio Mairena recuperó los Tangos bailables de la Casa de la Aguasanta y la Casa de Rubio Cagalo de la flamenquísima calle San Juan de Triana, y ha sido continuador y maestro supremo de los Tientos y Tangos que brotaron del incalculable sustratum de Triana, Jerez y Los Puertos así como de la escuela del Torre y la Casa de los Pavones.

Para concluir, reseñemos que Antonio Mairena -artista andaluz y cantaor gitano andaluz- proclamó sin rebozos la cuantía de su deuda para con el mundo gitano abriendo en surcos su garganta y clamando al cielo de lo jondo con los Martinetes (Triana y Jerez) más sobrios de nuestro tiempo; perfumó con semillería propia los quiebros buleareros de la utrerana calle Nueva, de Antonia Pozo, Fernanda la Vieja y Pastora la de los Peines, las Bulerías por Soleá del Gloria, Frijones y La Moreno, los ayes sustanciales de Juan Carmelo, los alfilerazos festeros de Irene Cruz (me contaba el Maestro que de haber sido profesional hubiese rivalizado con Pastora Pavón), los ayes articulados de la Caña del Pillo, el Taranto, la Cartagenera (con reminiscencias de la Rubia de las Perlas y El Torre) y los fandangos del Majareta o El Almendro, así como el desplante lúdico de Diego el de la Gloria, amén de haber sido durante treinta años el mejor saetero de toda una época o de haber escrito con letras de oro los mejores capítulos de la historia del cante «atrás».

Tras este enciclopedismo no exento de jondura resplandeciente en cuanto a «palos», abordaba, sin atribuirse la paternidad de cuanto creó y sin olvidar que gracias a su aportación a los festivales se experimentó un rápido crecimiento de la afición y el despertar de los cantes básicos (a excepción del Fandango), el de Mairena del Alcor, caso insólito en la historia del Flamenco, mostró el mejor símbolo de Andalucía consagrando toda su vida al Cante para dignificarlo e hipotecó su vida y su corazón para magnificar y dulcificar los abruptos sones del más rancio Cante Gitano, elevando la expresión sonora y las duquelas de un pueblo a la categoría de Bella Arte.

Decía el gran tratadista pontanés Ricardo Molina, que no conocía a nadie que fuera en su especialidad lo que Antonio Mairena en el Arte Flamenco. Yo, para terminar, consumo una última reflexión: personalmente pienso que debemos estar orgullosos, honrados y agradecidos por la existencia de Antonio Mairena, por cuanto su obra da cobijo a las más ricas esencias de cuantas culturas conforman Andalucía. El fue el predestinado para dar a los aficionados, críticos y cantaores, su primer parvulario flamenco, y gracias a su labor los artistas son respetados y remunerados en su justo término. Hemos, en definitiva, de congratularnos de que sea el marienismo la asignatura pendiente de cuantos quieran desentrañar los vericuetos caminos de este Arte, porque la revolución mairenista trae consigo el más preciado haz de luz que ha clarificado y ordenado esta confusa nebulosa.

Por fortuna, y pese a los detractores, todo lo que huele a Cante está hoy impregnado del mejor perfume mairenista, ya que el maestro dio la clave de toda la gitanería subsiguiente al mairenismo. Por eso, hoy, todos los cantaores pueden asumir la condición de herederos legítimos de un gitano universal y andaluz, cien por cien, Antonio Mairena, que entrelazó y enhebró con hilos de plata todas las voces de su pueblo y que bien pudo parangonar con León Felipe los versos del poeta.

Yo no soy más que una voz,
la tuya, la de todos,
la más genuina,
la general,
la más aborigen ahora,
la más antigua de esta tierra. ..

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