Gitano: tú te has dejao el corazón en pedazos
donde quiera que has cantao.
Fosforito
Así escribía para CANDIL don Antonio Mairena: «Fue por los años 29 cuando empezó mi carrera. .., en un concurso el año 24 en Alcalá de Guadaira; un jurado..., me adjudicó el primer premio»
Manuel Martín Martín
(publicado en CANDIL nº 49, enero febrero 1987)
Estamos a tres años y medio de la desaparición del primer Hijo Predilecto de Andalucía, el Excmo. Sr. D. Antonio Cruz García, «Antonio Mairena», y ya que estoy obligado a decir lo que creo, pienso que éste es el marco idóneo para desgranar algunas reflexiones y llamar a las cosas por su nombre.
También para convenir que el mairenismo está más vivo que nunca, que continúa siendo más realidad que historia -a pesar de los espúreos mairenistas de ocasión que en vida rindieron pleitesía al Maestro (permítaseme la solemnidad mayúscula) y que hoy se avergüenzan de ello-, así como para establecer un principio diferenciador , abierto y constructivo, que llene de contenido la labor didáctica y hermenéutica de quien ganó la plácida nirvana de los elegidos por cuanto gesta la lección más cabal y edificante de los doscientos años de cante gitano-andaluz.
Sin necesidad de alardear de excursionismos pretéritos, sin remontamos a documentos históricos, circunscribiéndonos a los hechos que conocemos (no por dudosas tradiciones orales o por lecturas, sino por haberlos vivido), hemos de aceptar que se ausentó el Excmo. Sr. D. Antonio Cruz García, pero el mairenismo, su magna obra, permanece vivo e inmortal en el indeleble recuerdo de la afición y en la memoria de los cantaores contemporáneos que, entre tercio y tercio, beben de esta inveterada fuente, rebuscando las vetas perdidas del Cante y la queja más sentida en esta cantera del lamento que se nos presenta como el pilar más firme de nuestra genuina manifestación musical.
En un tiempo en que las interferencias son más acusadas que nunca, los influjos del mairenismo no están cancelados y múltiples testimonios lo demuestran. Así, la esencia sin definición de la revolución mairenista -entendida como cambio total y radical en la movida jonda, con alteración de gustos, rescate, engrandecimiento y reivindicación de matices básicos, y con la creación, desarrollo y recreación de estilos desconocidos, tanto como con la difusión y potenciación del Cante gitano-andaluz-, supone una mutación importante y una transformación determinada por una ardua tarea investigadora aderezada con la genialidad mágica y prodigiosa del Maestro. Y es que la revolución mairenista, como soporte argumental de investigadores, tratadistas y cantaores, ha sabido trazar la «raya» en la reciente historia del Flamenco, y hoy por hoy me obliga a hablar de «antes» y «después» de Antonio Mairena. Por ello, si tuviera que nombrar con una sola palabra la estrella polar en torno de la cual gira el firmamento de lo jondo, la idea central que penetra como un espíritu oculto en el cuerpo de la doctrina flamenca señalaría precisamente el mairenismo.
Pero el término en cuestión no es un neologismo más. Como vocablo calificador de una escuela cantaora -no se confunda escuela con tendencia-, es un movimiento predeterminado y con intenciones claramente definidas. De suerte que Antonio Mairena irradia hacia el futuro la concepción más intensa del Cante gitano-andaluz, y con él éste cobra primacía y dominio. De ahí que haya marcado tan honda impronta en las últimas décadas.
Vistas así las cosas, el mairenismo indica un retorno, más que un comienzo, y se nos antoja como un selecto depósito inagotable del que se derivan buena parte de los ayes, sones y quejíos del cante moderno. Y del mismo modo que alguien dijo que los ríos estaban hechos para alimentar canales navegables, yo me siento inclinado a decir que una de las principales funciones de la revolución mairenista es alimentar la recreación del Flamenco, ya que su consistencia, una vez establecida, es usada constantemente por los cantaores para ahorrar esfuerzos, suministra innumerables atajos para llegar a la expresión evolutiva de lo que llamamos Flamenco y nos da hermosas pruebas para establecer comparaciones y ver la grandilocuencia de este hecho diferencial del patrimonio cultural andaluz.
(continuará)
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