14/3/07

ANTONIO FERNANDEZ "FOSFORITO" (II)

Después, con motivo de una grabación que tenía pendiente con la casa Philips, me trasladé a Madrid. Llegué con tan buen pie que primero empecé haciendo un programa de radio a la semana y por el que me daban ochocientas pesetas. Con esto y con lo de la casa de discos me bastaba para vivir . Posteriormente, me presentaron a Mariemma y debuté con ella en La Zarzuela en un espectáculo mixto que llevaba entre clásico y flamenco. Allí me propuso don Alfonso Camorra que trabajara en el «Corral de la Morería». Luego seguí grabando con Philips, aunque las primeras grabaciones se hicieron muy mal porque grabábamos en el Teatro de la Comedia a las diez de la mañana, con el teatro vacío y cuando no entraba uno, entraba otro. Total, que se hizo en malas condiciones y por eso esas grabaciones no son muy buenas y además era cuando empezaba el microsurco.

Después estuve en Oriente dos años, volví de Alejandría en el año 60, en un barco hasta Marsella, y desde allí llamé por teléfono a Capuletti, que era amigo mío desde hacía bastante tiempo, y me dijo que me fuera a París. Total que me fui un mes a París sin pensarlo y me gasté en el mes todo el dinero que había ganado en Oriente. Después volví a Madrid y monté un espectáculo en el que llevaba a Jarrito, Juan Varea y otros. En otra ocasión tuvo en mi compañía a «El Sevillano» y al «Peluso».

-Antonio, cambiemos un poco el tercio. Ricardo Molina decía que las alegrías de Córdoba no eran tales alegrías, sino cantiñas. ¿Qué opinas de ésto?

-Cantiñas es una forma general de denominar a los cantes. Pero de esto hay mucho que hablar. La palabra cantiña lo abarca todo, pero ¿qué es todo? Los cantes del rincón de Cádiz y todos los cantes que sean... ¿ Que vaya a un determinado modelo de ritmo? ¡No! ¿Por qué? ¡Cuidado!, porque yo he demostrado en mis charlas ilustradas que no tienen ningún parentesco. Los cantes del rincón de Cádiz entre sí se parecen todos. ¡Menos los cantes de Córdoba! Porque son de Córdoba, sencillamente. Lo que te puedo decir es que no tiene ningún parentesco musical con ningún cante del rincón de Cádiz. Cantiñas a todo en general, pero bueno, los caracoles sí se parecen un poco a las alegrías mismas y en las mismas alegrías se hacen cosas por caracoles. Lo que pasa es que cantar en un tono transportao es dificilísimo, así como cantar un cante de caracoles en las alegrías -hablamos ya en los cantes de Cádiz- porque te desgañitas. Entonces, cada estilo está amoldao a cada cante por la tesitura en que se canta. Naturalmente, sacrificando lucimiento, dentro de un mismo tono de alegrías se podrían cantar todas las cantiñas, llamándole cantiñas a todo en general, pero cada una de las existentes con su personalidad definida de caracoles, mirabrás, rosas.

Pero ahí tropezamos con otra: ¿cantiñas? y entonces tenemos que decir que hay otra que tampoco tiene ningún parentesco porque musicalmente no tiene la estructura de ritmo musical que la distingue y hay que ponerle nombre: «del Pinini», que es lo que la distingue. El Pinini recreó esa música que había escuchado a alguien y que desembocó en un cante que no tiene parentesco musical con las alegrías de Cádiz. El era de Utrera y no de Cádiz, y resulta que hace un cante que está en ese modelo de ritmo y de acompañamiento, pero, sin embargo, en la línea difiere y tiene una personalidad diferente y como he dicho, hay que añadir el nombre del que creemos fue recreador de ese cante. Y digo recreador pensando en que alguien fue inspirador de ese cante.

-¿Es posible que el «Pinini» haya basado sus recreaciones en las rosas?

--Puede que sí, porque tiene una cierta similitud musical, aunque no exactamente. Es lo mismo que la Soleá; la base musical de acompañamiento es la misma, pero un cante por soleá es diferente a otro. Pues igualmente la cantiña es diferente una de otra, aunque la base musical de acompañamiento sea la misma.

-Antonio, con independencia de que tengamos un criterio formado al respecto, la pregunta tal vez interese a algunos de nuestros lectores. ¿Es el polo un cante de Málaga?

-Yo no creo en eso. Estébanez Calderón cuenta en su libro, allá por 1841, en «Un baile en Triana», que se cantaron corridos -romances-, se cantaron y se bailaron garrotines, polos y soleás apolás. ¡Ya tenemos un dato! En Triana se ha cantao siempre la soleá apolá. Hay una soleá apolá, o que se aplica a ese cante, que cantaba Rafael Moreno, que era de Jerez, y que en Málaga dicen que ésta es una soleá de Málaga. ¿No te parece raro? ¡Bueno! Lo que pasa es que Rafael Moreno estuvo viviendo en Jerez, que vivió en Málaga y hacía un cante de Jerez. No era malagueño, era de Jerez y por tanto cantaba como en Jerez. Entonces tenemos un dato dejando al margen el empleo de Rafael Moreno. Estébanez dice que se cantaron polos, fíjate bien en el plural: polos, soléas, corridos y garrotines... y no recuerdo más, pero hace referencia a los polos. Lo mismo que en la soleá, porque el polo es una soleá, que va en soleá, que se hagan distintos polos y que no tiene nada de extraño que el mítico Tobalo, que creo que se llamaba Cristóbal Polo -apellido éste que se conoce algo- cantara un polo. Creo que la letra exacta donde se menciona a Tobalo con lo de «viva el polo de Tobalo», esto sólo lo dice Almadén, la letra exacta como te digo, dice: «viva el polo sevillano»; esto no quiere decir que Tobalo no cantara un polo y que alguien dijera: «viva el polo de Tobalo».

(continuará)

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