21/2/07

ARBOL DEL TANGO GITANO (y II)



Sobre este punto no puedo compartir el sentir de mi buen amigo Manolo Centeno, de Sevilla, cuando dice en uno de los mandamientos de su «decálogo flamenco» que cuando alguien tenga dudas sobre algún determinado cante, que no le importe recurrir a un profesional por ser el único capacitado para sacarle de dudas. Me temo que este pensamiento no será compartido por la mayoría de los aficionados.

Yo diría, más acertadamente, que debe recurrir a la persona, sea profesional o simple aficionado que conozca las escuelas y nombres de la mayoría de los cantes. No digo todos los cantes porque sería utópico, pero estoy seguro de que el que sepa cantar y además sepa lo que canta, podrá actuar de maestro para sacar de dudas a cualquier persona interesada en nuestro arte.

¡CUANTOS CANTAORES HAY QUE NO SABEN LO QUE CANTAN!

Insisto, por desgracia son muchos los cantaores que no saben lo que cantan, y aunque lo hagan muy bien, no podrán aclararles nada. Lo hará mucho mejor cualquier aficionado que, «canturreando» un poco, conozca las diversas escuelas de nuestros cantes flamencos.

Estimo que ustedes, por su andalucismo y flamenquismo, tienen la obligación de «enseñar a quien no sabe». Para ello cuentan, además de su reconocido magisterio, con el que nos legó La Niña de los Peines, que se halla distribuido en su copiosa discografía, tan rica en cantes por TANGO GITANO y TIENTOS, grabados en las casas Pathé, Odeón, La Voz de su Amo y acompañada a la guitarra por Curro el de la Jeroma, Ramón Montoya, Luis Molina y Manolo el de Badajoz.

Desde luego sería muy lamentable que no poseyeran estas grabaciones.

También compete a ustedes, por cuanto representan en el mundo del arte flamenco, el esclarecimiento de estas y otras dudas que ciertamente existen.

Con respecto a las nominaciones de cada cante, creen algunos, y así se expresó públicamente un señor en el congreso que celebramos en Zamora, que da lo mismo el nombre con que se le conozca. Para él -decía- le era indiferente que un cante fuera conocido por un nombre como por tres. Que lo importante es saber cantar bien y que el nombre no hace al caso. Que me perdone dicho señor si rechazo con energía su razonamiento por desafortunado y absurdo. ¿No es más importante cantar bien y saber , además, lo que canta? Sinceramente creo que sí, como también creo que muchos aficionados están de acuerdo conmigo.

Perdonen que insista diciendo que la postura del citado señor en Zamora, la considero, además de ilógica, perjudicial, porque no ofrece la menor duda de que destruye los nombres de unos cantes que por el tiempo transcurrido desde su nominación, forman parte ya de la historia del arte flamenco.

Desde mi punto de vista, sólo debe talarse del árbol flamenco la rama que estorbe o desfigure, o lo que es lo mismo: sólo debe desaparecer el nombre de un cante cuando por su aparente similitud estilística con otro del que se deriva, nos plantee el mismo problema que existe entre el TANGO GITANO (tronco) y el TIENTOS (rama).

También existen señores que opinan sobre estos dos cantes, que al llevar el mismo compás, da lo mismo que se les llame con un nombre y otro. Para mí. como aficionado, esta opinión es plenamente rechazable. Porque. sencillamente, al no ser dos cantes iguales, cada uno debe tener su nombre de pila y así puedan ser distinguidos fácilmente.

Ante esta situación conflictiva entre ambos cantes, no encuentro más soluciones que las que ya he dejado apuntadas: llamarle TANGO GITANO, suprimiendo el nombre de TIENTOS, o bien que vuelva a unirse una denominación con otra para llamarle T ANGO-TIENTOS, como en los años veinte.

Desde aquí, desde esta revista «CANDIL», formidable vehículo de comunicación entre los que nos interesamos por la parcela flamenca, les insto para que traten de resolver el problema que les dejo planteado, utilizando para ello mis fórmulas, si las consideran interesantes, o bien otras que ustedes, con más autoridad que yo, puedan ofrecer por considerarlas más apropiadas.

No hay comentarios: