(publicado en CANDIL nº 21, mayo-junio 1982)
Desde la época medieval en que la guitarra poseía tres cuerdas , teniendo como misión el acompañamiento de canciones populares, hasta hoy, que está constituida por seis, las virtudes musicales que atesora alcanzan tal magnitud que, unidas a sus recursos de expresión sumamente difíciles, ha sido objeto de estudio por grandes maestros y musicólogos, entre los que podríamos citar al profesor Manuel García Matos.
La guitarra desde su evolución va adquiriendo, por la sucesiva adición de la quinta y sexta cuerda, el perfeccionamiento que dio lugar a la introducción de distintos procedimientos y mecanismos que le imprimen un gran efecto musical, destacando entre ellos: el «vibrato», el «portamento» y el «trémolo» que, unidos al «rasgueado» , a los distintos «arpegios» y al «picado» en las falsetas, así como a las ejecuciones del dedo pulgar , hacen que se transmita, por medio de los dedos del ejecutante, toda una amplísima gama de matices y de sentimientos humanos.

Es cierta la afirmación y la apreciación del poco beneficio que ha representado a los tocaores que se preocuparon por adquirir el conocimiento científico de la música; pero es necesario, una vez más, introducirnos en el tema técnico-musical procurando no olvidar que todo aquello que se interpreta, bien sea el toque de concierto o de acompañamiento al baile y al cante, en el arte flamenco es música y, por tanto, susceptible de ser anotado. ¿No será que el arte flamenco al ser un impulso intuitivo, momentáneo y emocional que brota, al estar rodeado de un ambiente propicio, del interior de un intérprete que lo siente y vive, y a su vez carece de unos conocimientos musicales pero no desprovisto de un arte, la causa por lo que esta afloración musical unida al sentimiento no pueda ser transcrita en un pentagrama? Creemos que el flamenco sí puede ser anotado sin necesidad de que en la anotación se pierda toda la belleza, toda el alma y todo el sentimiento que el artista imprima a su creación; la música, al ser un arte formado por la combinación del tiempo y el sonido es, en definitiva, conmensurable y por tanto, susceptible de anotar .
Ahora bien, analizados estos conceptos, observamos que esta carencia de anotación es debida a la poca atención que a este tema se le ha prestado durante largos años y, por supuesto, a la falta de una programación objetiva que nos lleve a un perfecto aprendizaje.
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