4/2/07

JUAN CARMONA "HABICHUELA" (I)



(publicado en CANDIL nº 46, julio-agosto 1986)

Por: Rafael Valera Espinosa

-Juan, ¿cuándo y de dónde tu afición?

Antes de tocar la guitarra, bailaba. Fui bailaor. No es que fuera un fenómeno, pero bailaba regular. No me gustaba el baile. Mi padre me tocaba, y cada vez que bailaba, notaba que a mí no me gustaba. Veía a Mario Maya que entonces empezaba... Bueno, empezamos los dos juntos a bailar, con Juan Maya «Marote», en las cuevas de Graná. Y cuando yo veía a ese niño bailar, decía pa mí que iba a ser un monstruo. Claro, cada vez que me tocaba mi padre, estaba loco por terminar y entonces le cogía la guitarra a él. Apenas alcanzaba a subirme en unos taburetillos que había en un bar que le decían «El Mesón» y allí ponía el pie y comenzaba a tocar. Mi padre me decía: «Niño, tú a lo tuyo, a bailar». Y me quitaba la guitarra. Yo le decía: «Papá, tú me perdonas pero a mí no me gusta bailar». Así que en aquellos años, después de terminar de bailar me sentaba y cogía la guitarra.

Por aquella época había en Granada un monstruo de la guitarra que se llamaba Juan «El Ovejilla», que por cierto no lo ha conocido nadie, se llamaba Juan Hidalgo López y tocaba la guitarra muy bien. Llegaba Ricardo con Valderrama y preguntaba por él para escucharlo. Era un monstruo. Ese fue el que me enseñó a tocar la guitarra. Así empecé y hasta ahora.

-¿y lo de «Habichuela»?

Por mi padre. El era bajito como yo, vestía muy bien y decían: ¡Míralo, parece una habichuelita! De ahí el apodo. También por la forma de acompafiar, que tenía cierto parecido con Juan Gandulla «Habichuela». Porque mi padre ha acompañado a mucha gente.

-¿y tu tío Miguel?

Mi tío Miguel tocaba en la danza. Ahora no toca porque está malillo, pero casi siempre ha estao dedicado a la danza. Pero es un buen aficionao a la guitarra y al cante. Tengo una cinta de Juanillo «El Gitano» que me la regaló Luis de la Rosa, y en ella le acompaña mi tío Miguel. Mi tío es más aficionao al cante que a la guitarra.

-¿Cómo era el flamenco del Albaicín? , ¿había afición entre los artistas? , ¿había «pique»?

-Yo recuerdo muchas de las cosas y de las circunstancias que hacían que el flamenco se viviera mejor en aquella época que en esta. Ahora el flamenco es más monótono. Antes íbamos a escucharnos unos a otros. Por ejemplo. Una vez vino a mi tierra uno que le decían «Gandinga» que cantaba por soleá fenomenalmente bien. De chiquitillo le he tenío mucho amor al cante. Terminábamos en la danza y nos íbamos a una venta que le decían «Zoraida» a escuchar a este «Gandinga». Te estoy hablando de hace treinta o treinta y cinco años. Ponía cada uno quince o veinte duros, pedíamos de beber y comer y cogía yo la guitarra, cantaba Juan el «Gitano» y bailaba Mario Maya. Esto es lo bonito, nos escuchábamos unos a otros. Hoy es distinto. Estamos en un festival y estamos -sálvese el que pueda-locos por entrar , coger el dinero y largarnos. Y no nos importa si hay alguien que cante o toque bien y quieras escucharlo. Modestia a parte, yo soy un buen aficionao al flamenco, me gusta mucho el flamenco. Entonces, yo voy a los festivales y pienso a veces, ¡hay que ver este hombre que ha salío nuevo lo bien que canta! , me gustaría escucharlo en un cuarto. Y no lo puedo escuchar .Antes sí se podía escuchar a ese alguien en un cuarto.

Y no sólo sucedía esto antes en Granada, también en Madrid. Estaba yo entonces en Torre Bermeja y había allí una baraja de artistas: La Paquera, Bambino, Fosforito, Jarrito, El Güito, Mario Maya... Y pasaba lo que en Granada. Poníamos veinte duros, alquilábamos dos o tres coches, nos íbamos a una venta y nos escuchábamos unos a otros y respondiendo a lo que me preguntabas antes, no había malicia ninguna.

Tan sólo sí te voy a contar una anécdota que me pasó con Manolo de Huelva. Yo creo que ha sido el único que nos dio portazo. Estaba entonces en el final de su carrera y tocaba en la venta de Manzanilla, en Madrid, en la carretera de Barcelona. Fuimos un día allí Juan Maya «Marote» y yo, y le dije: «Juan, no digas na». Porque sabíamos lo raro que era. Nos metimos en el cuarto y me dice: Juan, ¿qué cantaor hay? A mí no me importa, el que haya que entre, yo vengo a escuchar a Manolo de Huelva. Entró el «Cojo Madrid» que era el que había. Nos sentamos, se nos queda mirando. Claro, él no nos conocía; nosotros a él sí. Como en aquella época tocábamos también pa bailar, teníamos en las uñas ese pegamento que se echa cuando se toca en esa circunstancia. Se nos queda mirando las uñas y nos dice: «¿Ustedes dos son guitarristas?». Dijimos que sí y contesta: «¿Qué venís a copiarme? Lo que yo hago se lo va a comer la tierra». Cogió su guitarra, la metió en el estuche y nos dejó allí con el cantaor. Cogió la guitarra Juan y estuvimos escuchando al «Cojo Madrid». Esto es una excepción porque Manolo era muy raro. Pero hoy hay más malicia que antes. Antes me decían: Juan, haz una falseta que me gusta. O yo le decía por ejemplo a Melchor, «Melchor, toca una falseta por soleá que me ha gustado mucho». Ahora mismo. ¿Pero hoy? Hoy está cantando un cantaor y hay otro escuchándolo y dice eso no es así. Y me pregunto yo, ¿bueno, cómo es entonces?

(continuará)

No hay comentarios: