11/2/07

JUAN VAREA (I)



(publicado en CANDIL nº 20, marzo-abril 1982)

-¿Cómo es posible que un valenciano como usted haya vivido tan intensamente el flamenco e incluso, tenga todo un nombre cantaor?

-Bueno, yo nací en Burriana, provincia de Castellón, y no tengo ascendencia andaluza ni cantaora en mi familia. Mi padre sí, era aficionado y cantaba en las tabernas con sus amigos. La verdad es que en mi pueblo se cantaba poco, y entonces mucho menos, y yo no sé por qué me interesó el cante.

Cuando tenía nueve o diez años, no recuerdo bien, me fuí con mis padres a Barcelona, donde empecé a escuchar un poquito más y a los quince o dieciséis comencé a hacer algunas cositas de cante en los teatros que, como tú sabes, era donde entonces se hacía algo. Y claro, ya seguí trabajando en esto hasta ahora, que tengo setenta y tres años.

-Cuéntenos algo de su vida profesional.

-¿y qué voy a decir? Pues nada. Siempre para un lado y para otro con compañías y troupes cantando.

Grabé varios discos de pizarra por el año treinta en Barcelona, creo. Lo que pasa es que con mi edad no me acuerdo de muchas cosas, ni qué cantes impresioné; pero he grabado bastantes en Columbia, que fue el primer sitio, en Hispavox, en Belter. Lo que sí me acuerdo es que las primeras grabaciones las hice con Miguell Borrull y, luego, con el Niño Ricardo.

Luego llegó la guerra que, como toda mi vida, la pasé en Madrid. Por aquella época el cante bajó mucho, dadas las circunstancias. Como de noche no se podía cantar , cantábamos por la tarde. Me acuerdo que cantaba en el teatro «La Latina», con El Americano, Pastora Imperio, etc. Como puedes suponer, fue una época muy mala para el cante. También, después de cantar en el auténtico Villa Rosa, nos íbamos al de la Ciudad Lineal, que era un teatro al aire libre.

Y después de la guerra, en troupes flamencas por toda España. Por aquel tiempo estaba la de «Los Peines», antes estaba Vedrines, que era un buen empresario, y otras que ahora no recuerdo.

También yo fui empresario en algunas ocasiones y un par de veces con Canalejas como socio, que íbamos a medias en el negocio y la verdad, sacábamos para vivir. Canalejas de Puerto Real tenía una rubia, una furgoneta, que, en alguna ocasión, cuando no éramos socios, me la alquilaba para que yo llevara a los artistas. También estuve con las compañías de Marchena y Juanito Valderrama.

-Puesto que menciona a Canalejas, Marchena y Valderrama, ¿qué opinión le merecen estos artistas?

-Todo lo que hacía Canalejas me gustaba mucho. Hacía muy bien las fiestas y otros cantes. Siempre hacía las bulerías. Nos conocimos en Valencia, él entonces actuaba en un tablao que tenía Miguel Borrull.

También coincidí muchísimas veces con Marchena y también, con Juanito Valderrama y hasta no hace muchos años, he estado con él. Juanito ha cantado muy bien y es un artista que conoce muy bien el cante; ten en cuenta que Juan ha cantado mucho y lo ha vivido de cerca y como yo, desde niño. Figúrate si conoce el cante... mira, yo creo en eso que dicen de las voces; cuando una cosa se hace bien y se siente da igual una voz que otra. Si es una voz flamenca, buena y bonita, ¡claro!, es mucho mejor.

-Sigamos con su biografía, después vino «Zambra»...

-En Zambra estuve actuando casi veinte años; claro que en verano no, porque en verano salíamos con alguna troupe, estábamos un mes o dos trabajando, y luego volvíamos a Zambra. Mira que han pasado artistas por Zambra, pues todos nos llevábamos bien.

-¿Cómo es que actuando usted en Zambra y siendo tan amigo de Perico del Lunar -por cierto, usted es padrino de su hijo Pedro, el tocaor- no llegase a grabar en la famosa Antología de Hispavox?

-Yo desconozco que esa antología tuviera tanto éxito, me alegro... bueno, como era la casa Hispavox, no intervine porque tenía un contrato en exclusiva con la casa Columbia, creo que era entonces. Y si me he beneficiado o no, pues no lo sé; creo que ni lo uno ni lo otro.

-Usted, en su discografía, tiene bastantes zambras y demás cosas por el estilo, ¿por qué estas grabaciones?

-Eso son cosas de la época; también hoy se cantan cosas que le gustan al público y que el público pide y claro, esos cantes hay que hacerlos; y lo mismo que yo, los hacían otros muchos.

-¿Pero esto no le parece pura comercialidad?

-Bueno, yo no lo sé. En relación con eso de la comercialidad en el cante, se hizo en aquella época y también se hace ahora. Entonces al público le gustaban las milongas, las guajiras, las colombianas... y hoy no se hacen esas cosas, pero se hacen otras cosas, como esas canciones que también son muy bonitas... eso varía con el tiempo, pero siempre se hacen cosas de esta índole.

-Lo que no me negará usted, atenta a la pureza del cante y amenaza...

-Mira, puede que sí, puede que afecte a la mayoría, pero siempre queda el buen cante al final: Lo que pasa es que, como entonces, aquello de las milongas pasó, y volvió el cante serio. Esto de hoy pasará y volverá el cante serio, porque el cante siempre queda. Y te digo esto porque esta serie de cosas las he visto muchas veces en mis setenta y tres años. El cante siempre queda, el cante no se acaba nunca.

(continuará)

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